Esa es la palabra. Ver a la gente aún irresponsable. Ver a directivos y gobernantes tomar decisiones a cuentagotas por no asumir el riesgo de equivocarse y poder echarle la culpa al virus. Verlos mentir como si fuésemos imbéciles cuando nos dicen que un papelito de mascara nos cuida la vida.
Llego a casa. Distancia con mi esposa, aislada por síntomas. Abrazo a mis hijos hasta que se duermen y lloro pidiendo perdón en silencio por haberlos traído a un mundo así.
Quienes trabajan codo a codo no necesitan que les cuente más.
Fuerza y cuídense mucho.
Germán Arese, metge d’urgències a l’Hospital de Palamós